sábado, 4 de agosto de 2012

Talleres de La Mente, sorprendente…


El Museo interactivo de Ciencia se encuentra en proceso de montaje de su más reciente experiencia “Pasaje DeMente” en el CDC de Carapungo, en las calles Francisco Robles y Leonidas Plaza. Una emocionante vivencia para compartirla en familia.

Mientras sucede este proceso de montaje de la exhibición, adecuamos un espacio en el cual se viven experiencias mediadas, en donde cada visitante tiene la oportunidad de observar ilusiones que por momentos les hacen dudar de lo que es real. Además, pueden disfrutar de retos de la mente que ponen a prueba no solo las destrezas mentales, sino la paciencia, que es la que finalmente les permite conocer la repuesta correcta, o esperar a volver para descubrirla.  

Asimismo, estamos realizando talleres, que buscan, principalmente, motivar en las personas, curiosidad, y que se emocionen cada vez que descubren algo interesante e increíble del cerebro, de sus funciones, del sistema nervioso central, siempre relacionados con curiosidades científicas y comparándolo con elementos de la vida diaria.

Al inicio fue difícil, ésta es la primera vez que hacemos este tipo de actividades fuera de las paredes del museo, no conocíamos cual iba a ser la reacción del público, y tampoco la reacción de cada uno de nosotros, pero tanto los mediadores como los visitantes disfrutaron cada momento de la realización de los talleres.

En los primeros, se tuvieron que vencer los nervios, pero días después, todo era alegría, y un compartir de conocimientos de mediación con niños y jóvenes, quienes demostraron ser unos expertos conocedores del cerebro y sus partes. Los más pequeños, se mostraron completamente emocionados por las ilusiones. Ahora ellos pueden engañar a sus compañeros y a sus padres, con lo aprendido en el taller.

El momento más divertido fue cuando realizamos “los cortes del cerebro”, en un melón, con lo cual se mostraba que sucede cuando cortamos determinadas partes de este órgano, como podemos dejarte sin habla, sin visión… fueron divertidos momentos. Sin embargo, nada fue comparable, como cuando frente a más de 15 niños, abrimos un contenedor que tenía un cerebro verdadero de vaca.

Estuvimos un poco preocupados por la reacción de los niños, pero en sus expresiones se podía advertir que, aunque si revelaron asco en sus rostros, mostraron una extraña emoción por lo desconocido. Podría decir que fue la expresión compartida por cada uno de los mediadores cuando vieron por primera vez el cerebro.  

La experiencia de la disección fue mucho más allá de conocer las partes del cerebro, fue también, la sensación de poder tocarlo, y comparar su tamaño, su forma, y sus funciones, con las del cerebro humano, que claro fue una representación, pero no por ello dejó de emocionar.  


Paola Santacruz
Museología MIC

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