miércoles, 26 de septiembre de 2012

Mi experiencia en el Museo Interactivo de Ciencia



Mi recorrido en el Museo Interactivo de Ciencia abrió más mis ojos, pero también mi percepción del mundo en el que vivimos. Al llegar a la entrada del museo me encontré con un paisaje lleno de vida y naturaleza, diferente a lo que me esperaba en una ciudad metropolitana como Quito.
 
Luego de visitar cada exposición, salía con un punto de vista diferente. La sala La Mente, por ejemplo, me ofreció la oportunidad de poner mi cerebro a prueba, con actividades que iban más allá de solo informar, sino de darme una inolvidable experiencia, participando e interactuando, que en mi opinión, es una forma eficiente de enfocar el conocimiento.

La importancia de los sentidos, y como colaboran y trabajan junto con el cerebro humano, se volvió algo muy real para mí, durante mi tiempo en la sala La Mente. Es algo que muchas personas no toman en cuenta. Esta experiencia me hizo entender que la mente es más poderosa que lo que uno cree.

En una de las actividades, la mediadora que nos acompañaba nos mostró cómo el cerebro crea ilusiones. Algo que llamó mi intención fue una rueda que aparentemente era en negro y blanco, cuando la mediadora nos pregunto si veíamos otros colores yo y un grupo de personas estábamos de acuerdo con que no había más colores en la imagen. La mediadora, con una sonrisa giró la rueda, y con incredulidad vimos colores como amarillo, verde, y rojo. Todos estábamos ansiosos por escuchar una explicación, la cual era que la mente crea ilusiones en espacios blancos por la velocidad de giro de la rueda, en este caso, remplazando los espacios blancos con colores.

Otro aspecto del MIC, que me impacto, fue la historia que aún se conservan detrás del museo. Entré al Museo de Sitio, una sala con telares antiguos, que pertenecieron a lo que antes era la fabrica La Industrial, un lugar con varias maquinas antiguas, oscura y muy ruidosa. Este espacio me transporto a la época en cuando estaban en uso. Al dar unos pocos pasos inmediatamente estaba envuelta en fuertes sonidos que estas máquinas creaban, y al instante me dio la sensación de estar en un lugar con una rica historia, de una época cuando yo no existía.

Aprecié la película que mostraba entrevistas de las personas que antes llamaban en este lugar, un espacio que se convirtió en su vida, en “lo único que sabían hacer” y que ahora es el MIC.

La conservación y la protección del medio ambiente es un tema que siempre me ha interesado. En el MIC, este tema es de mucha importancia y me gustó el enfoque de acercarse a los niños de una manera práctica y a la vez divertida. Sin embargo, opino que este tema se podría reforzar utilizando el gran espacio de naturaleza en el exterior del museo.

Un aspecto muy impresionante es como colaboran con las poblaciones y barrios alejados del MIC y les permite acceder a este lugar y puedan tener una experiencia que difícilmente podrán olvidar.

Por esto quise colaborar con el MIC, porque esto es la prueba que este museo le interesa, más que todo, socializar la ciencia entre las personas que en este país habitan. Esta y otras razones crearon mi interés en ser parte de un equipo enfocado en la educación informal al mundo en que vivimos.

Siendo de New Jersey, estudié periodismo y he trabajado en varios medios de comunicación y tengo un gran interés en la humanidad y en el planeta. Mis experiencias periodísticas me pusieron en contacto directo con el mundo y con las comunidades. Pero aspiro ir más allá y hacer algo que en realidad impacte al planeta. Es así que decidí ser parte de este museo y de los varios proyectos que ellos ofrecen a la comunidad. Todavía tengo mucho que aprender y espero lograrlo con el MIC.

Sophia Rodríguez
Comunicación MIC


miércoles, 19 de septiembre de 2012

Un hábitat generador de vida



Los páramos desde cualquier punto de vista ya sea ecológico, biológico o cultural; son muy importantes para el desarrollo de la vida. En ellos se encuentras zonas muy frágiles y sensibles, de las cuales dependen muchos animales y personas.


¿Dónde se encuentran los páramos?
En América del sur se encuentran las más grandes extensiones de páramo del mundo, esto, debido a su ubicación geográfica y al clima que en esta zona prevalece la mayor parte del año. Además del Ecuador, encontramos estos ecosistemas en Venezuela, Colombia, y Perú.  Asimismo, a los largo de América existen páramo en Panamá y Costa Rica, pero son ecosistemas característicos de la zona tropical del planeta y prevalecen en las partes altas cercanas a la línea equinoccial. Según una publicación de Héctor Herrera, realizada en septiembre de 2012 en Interamerican Association for Environmental Defense, el Ecuador cuenta con una superficie de 12.603 km2 de páramos, aproximadamente la superficie de la provincia de Manabí.
Se ubica entre los 3000 hasta aproximadamente los 5000 m., limitados casi siempre por la presencia de nieve y hielo de las cumbres más altas. Los páramos se han constituido en un sistema hídrico de vital importancia, conformado por humedales (lagunas, ojos de agua, pantanos, charcos), ríos y cascadas. Que proporcionan gran parte del agua que consumen los seres vivos.
Se puede comparar al páramo como una esponja, este absorbe el agua que recibe de la lluvia o de los deshielos para luego formar lagunas y ríos que llegan a las partes bajas. Además, esta agua llega hasta las zonas rurales y urbanas. Muchas ciudades como Quito, en  Ecuador; Bogotá, en Colombia; Mérida, en Venezuela; Piura en Perú; dependen casi exclusivamente del agua que viene de los páramos.

La biodiversidad única del páramo
Cuando se camina por estos fríos parajes, existe la sensación de desplazarse sobre una gigantesca esponja llena de agua. A cada paso, los pies se hunden en esta extensa alfombra verde cubierta de este tipo de vegetación andina. Es un ambiente muy húmedo,  la ropa se moja, o al menos se humedece, luego de varios minutos de caminata.
En una publicación de la Universidad Mayor de San Andrés, titulada “Botánica Económica de los Andes Centrales”, define a los páramos de nuestro país como una “notable biodiversidad a escala de ecosistemas que se presenta en el Ecuador gracias a tres factores principales: la situación ecuatorial, la presencia de la cordillera de los Andes y otras sierras menores, la existencia de una fuente perhúmeda amazónica y de varias corrientes marinas frías y cálidas frente a las costas”, es decir, que suma una serie de condiciones únicas que hacen de este un ecosistema sumamente importante.

Según la misma publicación, en los páramos del Ecuador crecen 628 especies endémicas (especies que existen únicamente en el Ecuador y en ninguna otra parte del mundo), lo que representa el 15% de toda la flora endémica del Ecuador y el 4% del total de la flora del país.
Los páramos son los ecosistemas de montaña más ricos en especies. Además de las plantas, los animales también se adaptaron. Se pueden ver en este hábitat animales de gran tamaño como el oso de anteojos, el tapir andino, venados, pumas, el lobo de páramo, y otras especies más pequeñas como conejos, cuyes, ratones, y muchas especies de insectos y  aves.

Achachay que frío, una historia de hielo y paja

Una gran parte de los páramos está poblada por pajonales (Calamagrostis intermedia), que es una planta muy fuerte que crece desde los 2.800 hasta los 3.500 m.
Además de colaborar con la recolección de agua, la gente le da muchos usos artesanales. Con la paja se elaboran canastas, bandejas y cestas, pero el uso predominante es para cubrir los techos de las casas y chozas.
Además, hasta hoy en día se conserva un uso tradicional para esta planta, aunque está a punto de desaparecer, pues solo existe una persona que lo realiza, el transporte de hielo desde las cumbres de los nevados hasta las ciudades.
El “último hielero del Chimborazo”, Baltasar Ushca, se inició en este duro trabajo a los 13 años de edad, cuando aún no existían las fábricas de hielo y la única manera de saborear un helado en Riobamba era con el hielo que Baltasar sacaba del Taita Chimborazo.
Hace muchas décadas era común ver a los “hieleros”, personas que viajaban desde los pueblos y ciudades para traer hielo de los nevados de la sierra ecuatoriana. Era en el tiempo en que los refrigeradores y congeladores no eran populares.
El Chimborazo con sus 6.310 m., es la montaña más alta del Ecuador, y durante muchos años ha sido testigo de cómo de sus faldas se ha extraído el hielo para ser transportado, envuelto en paja de páramo, a los mercados de las ciudades cercanas. Actualmente, este hielo sirve para elaborar los tradicionales raspados y jugos.
Actualmente, Baltasar Ushca, con sus 69 años encima, todavía arranca una parte de los hielos eternos del coloso de los Andes para llevarlo hasta el mercado de Riobamba. No gana mucho dinero pero su mayor recompensa está en los gesto de amistad y admiración que recibe cuando llega al mercado de Riobamba.
Baltazar aparenta mucha vitalidad aún, pero un dicho popular señala que “los años no pasan en vano” y en algún momento el peso de los años lo obligará a dejar de subir a al Chimborazo.
Con él se va muriendo esta bella tradición. Luego de él, ¿quién será el encargado de seguir proporcionando este valioso elemento para la realización de los jugos?, pues, sin el hielo del volcán su sabor tal vez no sea igual.

martes, 4 de septiembre de 2012

Un extraterrestre es parte del MIC


El MIC encierra muchos misterios… hace poco tiempo descubrimos que dentro del Museo habita un personaje que nos ha dado grandes alegrías y muchas aventuras a todos. La verdad es que su nombre es muy difícil de pronunciar,  incluso a él se le hace difícil tratar de pronunciarla en español.  ¿Quieren conocer su historia?



El MIC encierra muchos misterios… hace poco tiempo descubrimos que dentro del Museo habita un personaje que nos ha dado grandes alegrías y muchas aventuras a todos. La verdad es que su nombre es muy difícil de pronunciar,  incluso a él se le hace difícil tratar de pronunciarlo en español.  ¿Quieren conocer su historia?

Él es un guambra medio pinta, súper pilas que nació en Ganímedes. Él, junto con su familia, acostumbraba a viajar de luna en luna para ir de compras, o  ir a las fiestas de Europa, una de las lunas de Júpiter.
Ganímedes, el satélite natural más grande de Júpiter, por su composición de silicatos y hielo, hizo que los ganimedenses evolucionen de tal forma que se puedan acoplar al frío y al calor sin problema. Por ende, ellos pueden tomar la forma que les plazca.
Regresando a la historia, un día tenía que salir a una fiesta en Ío (otra de las lunas de Júpiter), pero salió retrasado y tuvo que tomar el último meteorito que pasaba por la estación central. Lo que no tomó en cuenta es que a esa hora pasaban dos meteoritos que se dirigían a diferentes destinos… entonces pasó lo que todos nos imaginamos, cogió mal el bus, digo el meteorito. Y el meteorito de le Cia. Trans Vía Lactea se dirigía justo a la Tierra. ¿Coincidencia? o ¿suerte?
Resulta que nuestro amigo se quedó dormido y no se dió cuenta que cuando el cobrador de su transporte le despertó fue justo antes de que se estrellen en la Tierra.
Por cuestiones que nadie sabe este meteorito es uno de los poquísimos que no cayó en territorio de EE.UU. (como en ET, Mi marciano favorito, Roswell, Gazú, Independence Day, entre otros) sino que cayó en Quito. Sí, en Quito – Ecuador, exactamente en Chimbacalle.
En Chimbacalle la vida era tranquila (eran los años 70) y esperando que llegue su transporte que lo regrese a su hogar, comprendió que debía ser paciente y esperar hasta que el próximo cometa o meteorito pase por la tierra.
Siempre fue muy curioso ante toda una nueva civilización, empezó a investigar un poco temeroso y a la vez confiado en que podía tomar la forma de cualquier cosa, aprendió a pasar inadvertido entre los humanos….
Por su personalidad, nuestro amigo necesitaba compartir cosas con otras personas, pero por su condición de extraterrestre y su apariencia física, no era muy seguro para él que las personas lo vean…. sin embargo él, joven y aventurero, buscó un lugar donde quedarse permanentemente y este lugar fue la fábrica textil La Industrial.
En la fábrica  encontró lugares donde podía pasar sin ser detectado y convivir con la gente que ahí trabajaba.
Pero un día, cuando el cielo de Chimbacalle se llenó de estrellas fugaces, nuestro amigo salió a presenciar este espectáculo natural, sin darse cuenta que su cuerpo brillaba al igual que las estrellas… esto ocasionó que Pedrito, el guardia de la fábrica, lo pudiera ver sin ningún problema.
Mientras contemplaba el cielo, con la baba saliéndose de su boca, Pedrito se acercó lo suficiente como para poder comprobar que a quien veía no era de este planeta. Al inicio ambos se asustaron como cuando un gato se ve al espejo, pero luego ambos en esa solitaria y fría noche se analizaron sin decir una sola palabra.
Nuestro amigo extraterrestre un poco canchero le dijo: “hola soy de Ganímedes”. Pedrito le contestó “hola soy Ppppppedrrrrrito el guardia y soy de aquí nomas de Machachi”.
Luego, empezaron a charlar sobre de donde venía y como era allá en su hogar y claro Pedrito le contó muchas cosas sobre Quito, y claro de Chimbacalle.
Se hicieron muy amigos, tanto que en las noches, salía sin esconderse  e incluso acompañaba a Pedrito a hacer sus rondas.
Largos años pasaron así, Pedrito ya pintaba canas mientras que nuestro amigo extraterrestre todavía seguía siendo un  joven (es  que un año de un ganimedense es como 20 años terrestres). Esto sumado a los problemas que surgieron en la fábrica hizo que vuelva a quedarse solo.
Fue una época muy triste y solitaria, hasta que a la ex fabrica “La Industrial”, empezó a llegar gente. Era el año 2006.
Él se puso un poco nervioso por la constante presencia de personas, cada vez había menos espacio por donde la gente no llegara. El se hacía preguntas sobre si sería correcto mostrarse o no a los humanos.
Entonces, a inicios del 2011, un gran cambio empezó en la infraestructura del MIC, había paredes que se movían, techos que salían, personas y más personas yendo y viniendo por todo lado… y no aguantó más. Un día, el 20 de agosto para ser exactos, él se nos apareció a todos. 
Ese momento temió por su vida, pero después de un gran silencio las personas que visitaban el Museo Interactivo de Ciencia  pensaron que era parte de las nuevas cosas que presentaba el MIC. Así que muy curiosos preguntaban, lo abrazaban y compartían con él un momento que nunca olvidaría y en lugar de sentir miedo sintió un gran alivio y gratitud con las personas.
Claro, desde ese momento se contactó con las autoridades del MIC y esperando que ellos lo encubrieran bajo el nombre de “holograma tridimensional interactivo molecular semisólido” les pidió que lo dejaran quedarse   en las instalaciones del MIC, como lo había hecho por casi 40 años.
Es así que “Holograma Tridimensional Interactivo Molecular Semisólido” llegó al MIC y ahora es parte importante del personal. Ayuda en todos los trabajos de montaje de las exposiciones y siempre está atento para recibir a los visitantes del Museo.
Él dice que espera que llegue el próximo cometa, pero personalmente creo que se quedará para siempre…
Pero existe un problema… Aún no sabemos cómo llamarlo y él nos ha pedido que busquemos la ayuda de todos los amigos del MIC.
Míralo… y trata de ponerle un nombre con base en sus características y personalidad. Escríbenos a cualquiera de nuestras redes y propón un nombre. Entre los más creativos, nuestro amigo extraterrestre escogerá uno que le guste, así dejaremos de llamarlo: “Holograma Tridimensional Interactivo Molecular Semisólido”. 

Recuerda: puedes mandar una propuesta para el nombre de nuestro amigo a:
comunicacion@museo-ciencia.gob.ec
Facebook: MIC, Museo Interactivo de Ciencia
Twitter: @MICmuseo

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